Mayobanex Vargas, héroe nacional y excombatiente contra el régimen del dictador Rafael Trujillo en las expediciones de junio de 1959, fallecido el sábado pasado, a los 80 años, atribuye que no fue fusilado en la ocasión a que dos periodistas de The New York Times vieron cuando lo montaban esposado y encañonado en un avión en Constanza con destino al centro de torturas de San Isidro.
Los corresponsales extranjeros llegaron con prontitud a San Isidro y exigieron verlo. De esa manera Vargas contó a este autor, en una entrevista inédita, los siete meses de encierro, cuando su familia lo daba por muerto, y las recias torturas que recibía, con descargas eléctricas y golpes contusos que hacían sangrar su rostro.
Vargas integró el grupo de expedicionarios que desembarcó vía aérea por Constanza, bajo la dirección de los comandantes Enrique Jimenes Moya y el cubano Delio Gómez Ochoa, el único que ahora sobrevive. Otro grupo que llegó seis días después de lo programado, el 20 de junio, por las costas de Maimón y Estero Hondo, Puerto Plata, fue esperado por las fuerzas trujillistas, torturado y fusilado. La lancha Carmen Elsa desembarcó por Maimón con 96 expedicionarios, comandada por José Horacio Rodríguez, y posteriormente capitaneada por José Messón. En tanto, la embarcación la Tinina desembarcó en Estero Hondo con 48 expedicionarios, comandada por José Antonio Campos Navarro.
Eran 196 expedicionarios que llegaron desde Cuba, lomas Mil Cumbres, provincia Pinar del Río, donde entrenaron con el respaldo de Fidel Castro, quien acababa de triunfar liderando la revolución cubana. Además de Vargas y Gómez Ochoa, de todo el grupo sobrevivieron el también cubano Pablito Mirabal y los dominicanos Gonzalo Almonte Pacheco, Francisco Medardo Germán y Poncio Pou Saleta.
Fueron condenados a 30 años de prisión, pero a los siete meses tuvieron que ser indultados por la presión internacional, luego del asesinato de las hermanas Mirabal y el atentado contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt.
El grupo de Constanza se desintegró y dispersó luego de casi un mes de hambre, sed, fatiga física entre montañas y delación de campesinos en pánico por la dictadura. Vargas se entregó luego de llegar por Constanza a una finca de su padre en Bonao.
Se había ido a Nueva York, donde su tía Aniana Vargas, en noviembre de 1958, y se enroló en los grupos de exiliados, con 22 años de edad. Aquí en Bonao vivió persecución, y se vio inspirado a tomar un fusil y subir a las montañas por las transmisiones de Radio Rumbo, de Venezuela, con mensajes de Castro.